Urbanismo Ecosistémico vs Urbanismo Funcional
Las ciudades serán -si no son ya- el gran reto en cuanto a la sustentabilidad del sistema en este siglo, ya que la ONU pronostica que en el año 2050 el 70% de la ciudadanía planetaria, más o menos unos 7 mil millones de personas, vivirán en ellas.
Solo este dato aterrador hace que nos pongamos en guardia marcándonos para ello dos objetivos esenciales: 1) Que esta previsión nunca llegue a ser posible, y 2) Que la sostenibilidad de estas “civitas” sea el eje central de todas las políticas urbanísticas.
Al primer objetivo lo armaremos potenciando un nuevo reto: la nueva ruralización, que contrarreste o paralice a la creciente tendencia expresada por las Naciones Unidas.
Por otra parte, para frenar el impacto de la tendencia global en las ciudades, un nuevo/viejo concepto urbanístico centrado en el Urbanismo Ecosistémico o -para no caer en las trampas del lenguaje- lo reconoceremos mejor como Ecourbanismo, porque el urbanismo también es política y, por ello, es delicado y tendencioso.
Enfoquemos en el Ecourbanismo
Sea cual sea el nivel de conciencia que tengamos sobre la salud del sistema, creo -sin temor a equivocarme- que todos estaremos de acuerdo en que, buena no es, y por ello el termino sustentable se está utilizando a veces perversamente en la producción de barrios guetos o barrios cerrados en donde un mundo idílico se hace realidad a costa de absorber mucha energía del sistema, lo que lo hace aún más aberrantemente insostenible.
A modo de ejemplo, seria como cultivar césped en el desierto y esto sabemos que ocurre en las nuevas ciudades del golfo pérsico, pero eso no es sostenibile ni ético, ¿verdad?.
Pero, sea lo que sea, está claro que las ciudades juegan ya un papel fundamental en el medio ambiente.
ONU-Habitat mostró que las ciudades de hoy son ya las responsables del 60% de las emisiones de GEI, ya que su metabolismo requiere del 78% de la producción energética que el sistema es capaz de producir, así que: sí, el urbanismo es una de las causas que más repercuten en el cambio climático.
Hemos de renovar los actores, sus intereses y relaciones en nuestro presente urbano, identificando los conflictos, aportando estrategias urbanísticas que remueven las desigualdades, otorguen derechos, pero sin hipotecar nuestro futuro haciendo de las ciudades un problema insostenible.
Hemos de promover un sistema político urbano en donde la participación ciudadana sea el centro de la nueva gobernanza.
Hemos de diseñar un sistema económico urbano capaz de crear excedentes en lugar de escasez; hemos de producir con el objetivo de preservar el medio ambiente y no de servirnos de él para preservar nuestro injusto e insostenible sistema de vida.
Hemos de ayudarnos de la tecnología para producir nuevo conocimiento ecosistémico y no solo para que ella sola minimice nuestra huella ecológica; hemos de generar patrones globales en economía y administración urbana sostenibles (nueva gobernanza) capaces de replicar el principio de pensar en global para actuar en local.
El Urbanismo Ecológico significa la unión entre el urbanismo y la tecnología capaz de generar herramientas que permitan medir, evaluar y simular las condiciones humanas.
El Urbanismo Ecosistémico se basa en esto, en la capacidad de medir, de seguir y de certificar a base de indicadores de sostenibilidad (Rueda, 2006), porque el urbanismo no responde por si solo a los retos actuales y sus disfunciones con estos.
La energía, los canales hidrosociales, en definitiva, los flujos de un sistema metabólico urbano, el uso y abuso del vehículo privado en la ciudad, el consumo injusto y obsceno del espacio, entre otros, están anclados en un urbanismo funcional que no es capaz de afrontar las variables a distinta escala que se mueven hoy en nuestro sistema global y que es urgente que tengamos en cuenta.
David Aragonès Inés – Asesor de la Fundación AGRESTE en Catalunya y para asuntos con el parlamento Europeo.